ALMA DE GORRIÓN
En
los últimos años de la infancia,
cuando
el sol poseía luces mágicas
y
la tierra colores de esperanza,
me
gustaba pensar en el futuro
e
imaginarlo como un universo
que
crecía sin límites más allá de mi mundo.
Mis
sueños poseían el alma de un gorrión
aficionado
al vuelo desde el nido
que
adornaba los días con proyectos
colmados
de entusiasmo.
Quería
resolver todas las dudas
de
un cuerpo que crecía tan deprisa
como
la hierba en primavera.
Quería
levantar templos a la verdad,
superar
las lagunas del saber
que
alimentaban mi ignorancia.
Deseaba
notar en mis arterias
los
flujos del conocimiento,
hurgar
en lo ignoto, comprender los perfiles
del
mundo y de los hombres.
Conocer
cómo eran las formas del amor
y
el volumen de la felicidad.
Quería
visitar los paisajes
que
había tras el horizonte
e
investigar los misterios del cosmos.
Pero,
también me preguntaba,
cuánto
tiempo tendría
para
poder saciar mis ímprobos deseos.
(La intimidad del pardillo)
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Mariano Valverde Ruiz (c)
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