VENDEDOR
AMBULANTE
Buscas
el lado mágico del tiempo
y
su facultad para ver las cosas
con
la sabiduría de los años.
Te
conviertes en un vendedor ambulante
de
ultramarinos,
como
aquel que apuntaba en su cuaderno
el
crédito pendiente para el pago
de
cuatro sardinas de bota.
Confirmas
que desconocía
todos
los pensamientos
del
niño que observaba el carromato,
el
misterio salino de los peces,
su
ordenado sometimiento
al
círculo de la madera,
y
el frágil equilibrio de su peso
sobre
el metal de la balanza.
Y
sientes compasión por la inocencia
del
niño que veía poesía en las cosas
y
no advertía el truco
con
el que el vendedor
sisaba
en la pesada.
Te
reconforta ser el mismo niño,
quien
ahora deambula por las redes
ofreciendo
sus peces de recuerdo,
sin
engaño, ni truco, en su balanza.
(La intimidad del pardillo)
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Mariano Valverde Ruiz (c)
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