LA
MIRADA DEL TRAPERO
Los
ojos de cualquier extraño visitante,
despertaban
el mito del hombre del saco
que
venía a llevarse a los niños pequeños.
La
línea que separaba
la
luz de la verdad
y
el resplandor de la mentira,
era
tan sutil
que
no podía verse
en
la mirada del trapero.
Cuando
expresaba mis temores,
había
quien trazaba con crueldad
la
historia de aquel hombre vestido con andrajos
para
terminar riendo de mi cara de asombro.
¡Qué
ingenuidad la mía!
La
maldad no latía detrás de la mirada
del
viejo personaje,
estaba
en las palabras de los que presumían
de
ser más listos.
Con
el tiempo aprendí a seguirles el juego
y
aparentar lo que ya no sentía.
Para
vivir quizá sea preciso
bordear
con valor la vieja desazón
que
ulula sin descanso
por
el límite gris de la conciencia,
permitir
que se rían de nosotros,
mientras
no sean ciertas las razones para ello,
mantenernos
en equilibrio
aunque
nos duela el desarraigo
de
la verdadera mentira.
(La intimidad del pardillo)
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Mariano Valverde Ruiz (c)
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