En
esta biografía de la infancia,
el
viento va siguiendo el laberinto
que
la memoria deja a merced del recuerdo
y
alimenta la voz que quiere desgranarse
como
duna infinita
sobre
la blanca nieve del papel.
Ese
aire es un lápiz incoloro
que
dibuja la imagen de la vida
junto
al Mediterráneo
en
el mapa rural de los años sesenta.
La
memoria del tiempo traza el gesto vital
de
un pequeño ignorante
que
investiga el paisaje de los campos,
que
observa las fronteras de los cielos,
que
se aproxima al ritmo de su mente.
Sobre
la superficie del papel
quedan
los restos de una casa vieja
que
tuvo sus ventanas
completamente
abiertas a las necesidades
y
sus puertas cerradas al oro del cariño.
También
quedan escritos los deseos,
la
magia de las sendas trazadas en las nubes,
el
misterio del cosmos
y
los sueños perdidos junto al mar,
las
montañas, los campos, lo imposible.
Las
palabras respiran el oxígeno
de
su propio planeta, son vaho que retorna
a
la infancia, esa patria que contiene
el
aire escatimado a la inocencia
por
los viles ladrones de la realidad.
(La intimidad del pardillo)
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Mariano Valverde Ruiz (c)
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