Estoy
de pie, parado al borde del camino
que
lleva hasta la tierra de mi abuelo,
frente
a la casa donde nací un día
en
que el agua de octubre
se
derramaba sobre los tejados.
Miro
hacia los paisajes donde viví mi infancia,
la
tierra donde antes crecieron los almendros,
maduró
la cebada, pastaron las ovejas
y
cantaron los jilgueros canciones de esperanza.
Mi
memoria regresa a la edad de la inocencia,
un
viaje sin encuentro ya posible
entre
los elementos del paisaje
y
la figura gris que está observando
la
evidencia del tiempo consumido.
Y
los recuerdos buscan la presencia
de
un niño tras los árboles,
intentan
renovar la imagen simple
de
quien no conocía la maldad
ni
la lepra mezquina que genera en el alma
de
los que la practican sin saberlo
y
de aquellos que sufren sus negras consecuencias.
(La intimidad del pardillo)
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Mariano Valverde Ruiz (c)
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