Para
ver la figura del personaje escrito,
colócate
muy cerca del cristal
de
un espejo ceñido a los perfiles del viento.
Verás
en ese vidrio imágenes de un hombre
que
reviste con aire la palabra
para
poder volar su cometa de signos
mientras
va respirando unos versos de oxígeno.
Piensa
que su silueta es igual que esa brisa:
necesaria
pero invisible. Y aunque es tan solo aire,
verás
que unos poemas lo describen
como
triste metáfora del dolor por la vida,
en
otros vivirás una luz convergente
en
los mundos sutiles, la alegría del tiempo
o
destellos de esa felicidad
que
se disipa pronto, mucho antes de atraparla
con
las redes doradas del sosiego.
Pero
si te detienes en el doble sentido
que
otorgan las palabras al poema,
comprenderás
que algunos terminan engañando
al
dragón de las sombras
con
los mismos pretextos que hubiese utilizado
un
soñador ingenuo
para
mentir al tiempo y a su guadaña.
(La intimidad del pardillo)
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Mariano Valverde Ruiz (c)
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