Rememoro
la edad de la inocencia
para
cauterizar
las
heridas del alma
y
respiro la brisa del recuerdo
con
voluntad de pájaro.
Una
parte del aire
reconforta
y oxigena.
La
otra mitad cuestiona las vivencias
con
la valiente voz de las palabras
que
la fascinación
por
el conocimiento
fue
transmitiendo al ritmo de la vida.
Aquel
niño ingenuo
tan
sólo era una página
completamente
en blanco
en
la que otros harían garabatos
hasta
que yo pudiese comprenderlos.
Hoy
doy fe de que las palabras
han
izado del suelo a aquel niño
para
que observe toda la verdad
y
pueda perdonar a quienes le ofendieron.
(La intimidad del pardillo)
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Mariano Valverde Ruiz (c)
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