MAGNOLIA
Me besas dócilmente
y deslizas tu lengua por mis labios
como la luz del tiempo por el alba
entre un velo de nubes
con formas de magnolia.
Te conviertes en seda
que corona con dicha mis deseos.
Eres rubor diluido en clorofila,
la sibila que reta al fiero Tánatos
con la misma premura
con que lo hace el azul a los océanos.
El aire y tu cabello hacen pactos
con la luz del color,
la dulce gravedad de tus mejillas
y toda la dinámica del cosmos.
La luz del infinito tiene nombre.
(El fuego del instinto. Ed. Vitruvio)
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Mariano Valverde Ruiz (c)
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