con esa morbidez que tu azulado beso
provoca en mis neuronas. Creo en ti
y en el mar de volutas irisadas
que son las emociones con que mojas
y envuelves la penumbra del dolor
con el ritmo delgado de la lluvia.
A veces me distraigo del presente
con la vegetación de tus sentidos.
Me ofreces otra noche iluminada
y el tiempo arrasa todas las almenas del caos
bajo labios que funden la cordura.
Entonces muerdo el rostro del insomnio,
miro el espejo antiguo de los siglos
donde brillan destinos convergentes
con medallones llenos de esperanza,
y procuro llevarlos con nosotros.
Esa luz se deshace como aire
sediento por el tacto de caricias,
es luminaria sobre nuestros cuerpos
que encela al vendaval de las pasiones
y se reposa donde el beso lima
la tersura de labios entregados.
(El fuego del instinto. Ed. Vitruvio)
Todos los derechos reservados.
Mariano Valverde Ruiz (c)
No hay comentarios:
Publicar un comentario