UN CAMPESINO SIMBÓLICO
Podría
suceder
sobre
los campos de Castilla,
en
las llanuras de La Pampa,
en
un valle de Bangladés,
o
en cualquier lugar del mundo
donde
haya vida,
pero
ocurre cerca de Lasa,
en
las faldas de un monte
que
ve pasar las caravanas
hacia
el KaraKorum.
Un
campesino anda sobre el suelo
con
un capazo al hombro
y
el cansancio a la espalda.
Sus
semillas van a los surcos
abiertos
en la tierra
con
el candor de un hombre humilde
que
acompaña la siembra
con
sus ideas.
Sus
palabras siguen al viento
como
granos de trigo,
o
de maíz, o de centeno, o de arroz,
igual
que semillas de cereal
lanzadas
con las manos
sobre
la tierra humedecida
por
la lluvia de primavera.
La
intimidad de sus ideas
se
cobija en el lecho
de
la tierra que somos.
El
campesino fundamenta
el
gesto que hace como el resultado
de
una filosofía
que
nace de la tierra,
crece
con los frutos de los humanos
y
termina formando otras semillas
para
iniciar un nuevo ciclo.
Y
desde lo más alto,
la
luz se filtra entre las nubes
para
dejar sus dones
de
claridad sobre la tierra.
Esa
misma luz da cobijo
al
hombre que ve en la semilla
la
raíz de su conciencia
y
el pulso del trabajo
como
dogma de dignidad.
Espera
que germinen
las
semillas que lanza al viento,
que
crezcan plantas nuevas
y
que ofrezcan sus frutos
con
el aroma de los siglos
a
los hombres que emulen
el
sentido de la creación.
Acaso
su cosecha
sirva
como nutriente
para
todas las conciencias
más
allá de cualquier otoño
que
oscurezca la Tierra.
VISITA AQUÍ EL CANAL DE YOUTUBE: MARIANO VALVERDE RUIZ.
Mariano Valverde Ruiz (c)
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