MAR DEL PLATA
La
ciudad se asoma con brillo
al
azul de la costa de Argentina.
La
luz llega a las playas
para
que el oleaje incite
a
volar sobre el agua
con
los ojos de un hombre pensativo
que
quiere distanciarse de los barrios,
de
las calles arboladas,
del
monumento al lobo marino
o
de los ecos del festival de cine
que
ha leído esta mañana.
El
hombre lleva sus palabras
en
la memoria
como
un caminante sin pausa
en
la senda de la cultura.
Es
la conciencia
de
una modernidad
que
cuida su destino
con
cada imagen que se alza
bajo
el sol frío de la urbe.
Intenta
evitar el sonido
de
los mensajes que mienten,
el
fulgor de los versos
que
no transmiten nada,
el
rostro de las ficciones
que
no son consecuentes
con
la realidad que habita.
Procura
no ser ingrediente
del
argumento consumista,
y
muestra su perfil endurecido
por
el dolor de quien escucha
los
lamentos de los que sufren.
Ha
olvidado aquellas palabras
que
vivían en simas muy oscuras
y
construye los signos de sus textos,
entre
las rutas de la noche
o
los senderos de los días,
con
la verdad y la denuncia.
Cree
en los términos que enlazan
la
cultura con la razón,
sin
ambages que condicionen
su
conciencia ante el mundo.
Siente
que, poco a poco,
se
irá desarrollando
el
germen de una nueva sociedad
más
justa e igualitaria,
donde
la naturaleza y los hombres
puedan
unirse como un todo
que
ilumine la luz de la esperanza.
Pero
ha de tener paciencia,
porque
su palabra es tan solo
una
dádiva humilde
que
ofrece una versión idealista
de
un mundo peligroso
que
vive muy deprisa
sin
tener en cuenta sus límites.
Mientras
tanto,
disfruta
del azul Mar del Plata
como
un gaucho del aire.
VISITA AQUÍ EL CANAL DE YOUTUBE: MARIANO VALVERDE RUIZ.
Mariano Valverde Ruiz (c)
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