PLAYA DE LOS NARDOS
Octubre
va dejando
caer
las hojas de los días
en
el cesto del calendario
igual
que las nubes de otoño
derraman
esas gotas de agua
que
necesita la tierra
para
que destellen las luces
en
los romeros y en los nardos.
La
luz atraviesa las nubes
y
maquilla la arena
con
el color de la nostalgia
en
una tarde gris de claroscuros
que
parece rendirse a los recuerdos.
Hay
una templanza triste
que
armoniza el paisaje
con
los colores del misterio
en
las hojas de las plantas silvestres.
La
edad de la memoria
crece
en la mirada de su alma
y
sobre la energía creadora
de
toda la naturaleza
que
duerme en los arbustos.
Su
vida también es otro otoño
que
ya ha dejado en la tierra
el
furor del verano
y
su savia energética.
Los
colores de su existencia
ya
han cambiado
las
tonalidades de los días
igual
que lo han hecho
los
arbustos silvestres
que
matizan la playa
con
sus brazos al aire.
Su
luz añora los destellos
de
la juventud perdida,
también
las ilusiones
de
una madurez esforzada
que
ya es parte del pasado,
o
los sueños que no ha cumplido
porque
la realidad no le ha dejado
una
licencia poética
con
la que alterar el destino.
Sin
embargo, aún conserva
esa
alegría que ofrece la vida
cuando
permite escuchar
el
murmullo del tiempo
entre
las rocas y sobre la arena
como
un bálsamo de esperanza.
Ahora,
su luz y la del otoño,
van
dejando caer los días
en
un cesto sin fondo
donde
desaparece la memoria
de
todo cuanto fue,
igual
que las nubes del cielo
cuando
llega la noche más profunda.
VISITA AQUÍ ELCANAL DE YOUTUBE: MARIANO VALVERDE RUIZ.
Mariano Valverde Ruiz (c)
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