PERDIDOS
EN EL CAMINO
Los
caminos de las palabras
poseen
múltiples senderos
que
flotan en el aire
como
voces unidas
a
la vorágine del tiempo.
Esos
caminos se llenaron
de
obstáculos, de abismos,
de
trampas soterradas
y
de desolación,
durante
la época más fría
de
la decadencia del bosque.
Hubo
poetas jóvenes
que
se opusieron a los signos
marcados
por los tiempos.
Algunos
se marcharon hacia el Tíbet
con
mochilas del Tao
y
calzados de estrellas,
tiñeron
sus cabellos
con
azafrán de Luna
o
pretendieron alcanzar
los
reinos de la noche
en
las faldas del Himalaya.
Otros
se negaron a ver la luz
que
irisa las palabras,
se
ocultaron en las cosas domésticas,
en
las necesidades más mundanas,
en
la dependencia del miedo
o
en la tristeza.
Y
a pesar de ello,
intentaron
sentirse los dueños del presente,
como
esos cisnes de metal
que
nunca mueren.
Al
final, tanto unos como otros,
se
olvidaron de los caminos
que
flotan en el aire,
perdieron
la visión estética
de
la realidad
o
adoraron a dioses de cerámica.
Y
se convirtieron en seres
que
viven esperando a su destino.
MARIANO VALVERDE RUIZ (c)
Todos los derechos reservados.
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