LOS
VIEJOS POETAS
Para
los antiguos poetas,
expresar
sentimientos
era
su auténtica forma de estar vivos
y
no estaba mal visto por la gente.
Contar
lo que pensaban
bajo
la luz del tiempo
se
convertía en toda una aventura.
Era
sentir cómo crecían
los
pelos de la barba
en
una tarde de tormenta
o
esperar el dorado resplandor de los dátiles
mientras
meditaban sentados
bajo
la sombra
de
una vieja palmera.
Sus
miradas tenían la amplitud
de
aquellos horizontes
que
brillan más allá
de
las sombras del mundo.
Sus
palabras atesoraban
parte
de la experiencia
transmitida
a lo largo de los siglos
y
la profundidad del alma humana.
Ellos
siempre esperaban
a
que las ideas tomasen forma
en
el interior de sus mentes
para
sacarlas a la superficie
con
un mensaje comprensible
y
lleno de sabiduría.
No
era muy común, pero, a veces,
se
realizaba el milagro
y
la luz se mostraba generosa
con
su oscuro interior.
Entonces,
como algo único,
la
secuencia de las palabras
acercaba
a las cosas
al
designio de la verdad,
y
la memoria del universo
temblaba
entre las páginas
e
iluminaba al mundo.
Sin
haber pretendido descubrir
casi
nada de lo que consiguieron,
los
antiguos poetas
fueron
chamanes de la magia
que
muestra en los objetos
y
en las dificultades de la vida
la
verdadera luz que nos define
como
una especie digna
de
seguir habitando en el planeta.
MARIANO VALVERDE RUIZ (c)
Todos los derechos reservados.
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