UN
MURO EN EL AIRE
Sobre
las aldeas del bosque
se
alza un velo de bruma
como
un muro insalvable
que
se desgaja de los cielos
para
descender al abismo
de
la conciencia de los hombres.
Aunque
no lo buscaban,
se
quedaron solos,
abandonados
por los astros
en
su camino hacia la tumba,
indefensos
ante la muerte
como
flores plantadas
en
medio del desierto.
Casi
nadie comprende a los demás,
no
percibe las emociones
que
generan una empatía
con
el dolor del mundo,
o
comparte los sentimientos
como
un ser solidario que sufre, ama o duda,
para
que otros lo vean más cercano,
ni
infiere sus razones para ser
habitante
de un tiempo a la deriva
que
comparte un espacio
bajo
el techo de las estrellas.
Se
han perdido las formas
de
buscar a los otros
con
paciencia y ternura
para
vivir atrapados
en
una urna perfecta,
cerrada
a cal y canto
por
la vil soledad.
Y
desde las hogueras del progreso
se
sigue alimentando
la
bruma que construye
un
muro insolidario
frente
a la soledad de los humildes.
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