LOS
DEPREDADORES
El
bosque es peligroso
para
quienes lo habitan
arropados
con su inocencia
y
sin perversas intenciones.
Por
las noches se escuchan los aullidos
de
los depredadores
como
sirenas en la niebla
que
reclaman a sus manadas
para
cazar a campo abierto
con
la luz de la Luna
o
al clarear el día.
Los
lobos tienen el pelo
color
dulce canela
para
camuflarse en las sombras.
Sus
ojos brillan
con
una luz hipnótica
que
seduce las miradas
de
los incautos.
Se
acercan con esmero
y
su sigilo burla al guarda del silencio.
Tienen
mucha paciencia
y
lanzan su zarpazo
cuando
ya es tarde para huir.
Ellos
huelen la sangre
desde
muy lejos
y
se mueven entre las sombras
como
animales al acecho
para
sorprender a sus víctimas
cuando
muestren debilidad
por
el cansancio del camino.
Jamás
están saciados.
Tras
una presa deshuesada
vendrá
la piel de otro cordero,
y
después sonará
el
rechinar de sus colmillos
ante
sus adversarios
para
disfrutar el festín
de
las almas del mundo.
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