EL
ALTAR DE LA FORTUNA
En
un claro del bosque
hay
un altar en medio de la nada
donde
la luz se posa en los objetos
como
un milagro de la vida.
A
los pies de ese altar
hecho
con los tendones de los siglos
y
la evolución de los hombres,
se
escuchan los murmullos
de
los seres que sufren
y
buscan la armonía de las almas
con
los designios del planeta.
Postrados
ante su destino,
todos
los hombres
apuestan
por su felicidad,
juegan
a todo o nada
como
inocentes tahúres
que
ocultan su vacío
tras
las sombras del tiempo.
Jamás
se cansan
de
tentar a la suerte
para
que les sea propicia
en
su reto al futuro.
Confían
en que salga elegido su número
de
entre los miles de millones
que
apuestan por lo mismo.
Se
les va la vida en el juego
mientras
la vil certeza
del
azar de la muerte
se
les acerca por la espalda
como
un manto de tierra
que
caerá en sus ojos
cuando
menos lo esperen.
Todo
terminará
cuando
su bola salga del sorteo
para
ser elegida por los dioses
que
se ríen de sus actos
entre
las nervaduras de la luz
que
ilumina el azar de la fortuna.
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