UN
PUNTO EN EL ESPACIO
La
torre Eiffel se alzaba hacia los cielos
marcando
los orígenes del mundo.
Desde
las escaleras, elevamos los ojos
como
saetas de ilusión
buscando
un punto en el espacio
que
nos diese noticia
de
la profundidad del infinito
a
la que deseábamos llegar.
El
cielo de París se había convertido
en
cuento previsible para amantes,
como
hubiese expresado Víctor Hugo
mucho
antes que nosotros.
Era
un lecho de sueños y luz impresionista
dispuesto
a regalarnos el camino de las estrellas.
Unimos
nuestras manos con un lazo de fuerza
para
sujetar la estructura que nacía en la tierra
como
hierro de esperanza
y
buscaba los sarmientos de las nubes.
En
ese gesto estaba el impulso inconsciente
que
daba a nuestros corazones
toda
la dimensión del cosmos infinito,
su
lugar en el mundo
y
el final de la soledad.
(SECRETOS DE AMANTES)
Todos los derechos reservados
Mariano Valverde Ruiz (c)
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