UNA
PRINCESA HINDÚ
Tus
gestos son las huellas de las musas
que
quedan tras tus pasos de princesa,
agua
del río de la vida
que
circula por la India con el Ganges,
el
aroma de las especias
que
condimentan mi alma
y
un universo paralelo
que
multiplica la textura
del
espacio en el que te estoy amando.
En
otras ocasiones,
tus
huellas son como aves
que
vuelan por el delta del paraíso
dando
color al aire,
o
versos que convierten mi camino
por
la ciudad más íntima
en
hermosos paseos a tu lado,
donde
solo es sonido tu sonrisa,
donde
toda la luz del infinito
se
alimenta de tu mirada.
Como
si fueses
la
reencarnación de la belleza
y
la hubieses mutado,
cada
ser de este mundo
posee
lo mejor de tus virtudes.
En
los animales se encuentra
tu
nobleza felina,
en
los árboles, tu oxígeno,
y
en la materia inerte,
la
fuente inagotable
de
tu energía.
Pero
hay algo insondable
que
no puedo explicar con las palabras,
ni
tampoco expresar de forma más concreta:
haces
posible que perdure
el
misterio que late en cada cosa
para
que lo imposible
se
pueda parecer a las creencias hindúes,
a
la constatación
de
que todo está vinculado
con
los elementos,
que
somos un proceso en equilibrio,
que
la vida define
la
reencarnación de la belleza
como
nueva oportunidad
para
alcanzar lo que no se ha logrado.
(c) Mariano Valverde Ruiz
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