LA
SUERTE DEL CRUZADO
No
sabe cuál será su suerte.
El
sol abrasa el horizonte
mientras
camina y bebe con la sed de un soldado
recubierto
de lanas, miedo, cuero y metal.
Una
cruz de madera,
atada
al cuello con cordel de lino,
señala
su presencia en tierra inhóspita.
El
joven cruzado no habla.
Su
memoria se mueve por los años
con
un paso inasible como el azul del cielo,
traza
una trayectoria cadenciosa
con
su última melancolía
y
se detiene
en
el momento exacto
en
el que escucha el toque de combate.
Entonces
grita, con el dramatismo
que
provoca su voz quebrada,
para
implorar clemencia por todos sus pecados
antes
de que el furor de la batalla
le
deje abandonado en el mar del olvido.
Sobre
la arena del desierto,
volverá
a ser estoque que se bate
entre
alas del viento de la muerte,
un
instrumento que rememore los sueños
de
quienes lo mandaron
a
luchar por la cruz
y
por sus ambiciones.
Todos los derechos reservados
Mariano Valverde Ruiz (c)
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