ATARDECER
EN LORCA
Cuando
contemplo un atardecer en Lorca,
me
sucede a menudo
que
encuentro mi pasado más cercano.
No
sé por qué, ni cómo ocurre ese milagro
que
asocia la memoria al tiempo pretérito,
pero
mis sentimientos se trasladan
hasta
una dimensión donde aún reina
una
flor de azahar y un paisaje sereno.
Me
inunda la nostalgia y las viejas imágenes
de
aquel pueblo de pulso armónico
llenan
mis pensamientos de instantes muy dichosos.
Revivo
situaciones, lugares y personas
que
fueron el paisaje de los años sesenta
sin
que pueda fijar en qué momento
formaron
parte de mi vida
o
salieron de ella.
Con
cada atardecer
la
luz va cambiando las cosas.
Mientras
se esconde el sol
se
diluyen los límites del tiempo.
Noto
que yo también soy un atardecer
para
el que queda ya demasiado lejano
el
sol de aquella infancia observadora,
una
realidad que nunca volverá
a
volar sobre los tejados
como
las golondrinas de esta tarde.
(La intimidad del pardillo)
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Mariano Valverde Ruiz (c)
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