CANDIL
Un
recipiente oscuro con aceite y torcida
mantiene
el balanceo de una llama
que
juega con las sombras
a
ahuyentar los fantasmas de la noche.
Colgado
de la pared,
sujeto
al muro por una varilla
de
metal oxidado,
el
candil es testigo de la voracidad
con
la que me devora
el
miedo a lo desconocido.
Aunque
sea una instantánea
de
hace más de cincuenta años,
es
la imagen de un vil presagio,
me
provoca un temblor
que
no puedo calmar con el olvido.
El
fuego en la torcida
va
consumiendo el aceite de mi tiempo,
es
el recuerdo fiel de la evidencia
que
va afirmando el vértigo
de
los años que nunca volverán.
Ilumina
con llamas la predicción certera
de
un final más cercano.
Quizá
por eso,
valoro
en cada instante una oportunidad
para
poder dar nombre a la ternura.
(La intimidad del pardillo)
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Mariano Valverde Ruiz (c)
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