viernes, 29 de julio de 2016

MEDICINA




Anclado en tu regazo,
derrotado al final por tanto sueño,
me pregunto sin ira
en qué viejo anaquel
guardo cada desaire
hasta que cicatrice la memoria.
No preciso jarabes alquimistas
que confundan mis nobles sentimientos.
Me curo con el tierno brote de azahar
nacido en el vergel de tus abrazos.
Los momentos ingratos se diluyen
donde anida el mayor de los olvidos.


(El fuego del instinto. Ed. Vitruvio.)
Todos los derechos reservados
Mariano Valverde Ruiz (c)

  

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