Sucede en pleno día, cuando la luz oculta
el voraz cataclismo de las sombras
y las horas emergen del naufragio
tras el blanco jazmín que sigue al alba.
Al fin mi cuerpo estriado por la noche
se sacude su duda cicatera
en el tibio reflejo del marasmo.
Soy yo. Estoy seguro.
Entreabierta por la blanca bruma,
la gema del mar vivo
bulle de nuevo por las frías olas
que medito y asumo.
Quedan atrás los médanos oscuros,
delimitando arenas de derrumbe
y piedras sin aristas.
Decirlo todo cuesta oír la muerte
silbándote al costado.
Y mi voz ya dilata tinta negra
sobre las páginas de abrojos
que componen los huesos de este cuerpo.
Escucho, amor, la muerte y te desnudo.
Ven. Apúrate. Habrá nueva ternura
tras la huraña caricia del espino
que la mañana aleja de tus ojos.
(El fuego del instinto. Ed. Vitruvio)
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Mariano Valverde Ruiz (c)
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