viernes, 25 de septiembre de 2015

RUTA DEL ARGAR. ETAPA 2. ZARCILLA DE RAMOS-LA ENCARNACIÓN






RUTA DEL ARGAR (ETAPA 2)
Zarcilla de Ramos-La Encarnación


El sol ha salido sobre las tierras altas de Lorca y trae un tono peregrino al paisaje. El viajero sabe que el camino le espera y se prepara para realizar la segunda etapa de la Ruta del Argar, una senda que forma parte del camino Lorca-Santiago de Compostela. Levanta los ojos y ve cómo queda atrás el pueblo del tío Ginés El correos, un personaje entrañable de Zarcilla de Ramos que a mediados del siglo pasado creó la línea de autobuses de las diputaciones altas. El viajero se ajusta la ropa al cuerpo, coloca una gorra sobre su cabeza y echa a caminar, tiene delante una jornada que le llevará hasta La Encarnación.
A los pocos kilómetros encuentra un caserío, el Rincón de los Carranzas. El camino, que sigue por las diputaciones lorquinas, le lleva a las casas de Don Gonzalo, una finca que en su origen fue el mayorazgo de Don Gonzalo Musso Muñoz, más tarde del Marqués de la Hermida y después del Marqués del Bosh de Arés. El viajero contempla el colorido de los campos, los ocres terrosos y los verdes vitales que lo decoran y le van llevando al otro lado de la carretera.
El viajero continúa por los senderos que conducen a Doña Inés, otra diputación lorquina, vinculada a la historia de Coy. Reposa, bebe agua y percibe en el aire el aroma de unas costillas de cerdo adobadas en vinagre, orégano, pimentón y aceite. Con el hambre adormilada, sigue su camino hasta vislumbrar el término municipal de Caravaca de la Cruz y respira satisfecho porque ya ve cerca el destino final de la jornada.
El cansancio del día va haciendo mella en el ánimo cuando se acerca a La Encarnación, allí tendrá parada y fonda para recuperar fuerzas. El viajero contempla el horizonte mientras recuerda que ha oído hablar de El Estrecho de la Encarnación. Le han contado que es un lugar cargado de historia. La Cueva Negra, la Placica de Armas, Los Villares, las canteras romanas y la ermita de La Encarnación, son lugares que no hay que perderse. En la zona hay restos del paso de neandertales, íberos, romanos y árabes. La flora y la fauna tienen una vitalidad que es alimentada por las aguas del río Quípar. Y la belleza de las construcciones geológicas es admirable.
Mientras descansa, el viajero se deja atrapar por verdes azulados, ocres anaranjados, tierras tostadas, y una variada paleta de colores relajantes. También deja que sus ojos caminen junto a una hormiga que arrastra una hoja. El rumor del río Quípar le hace pensar en la siguiente etapa, en la luz mediterránea, en el encuentro con la tierra y con él mismo. Y tal vez con los recuerdos que le hicieron pensar que haciendo camino se aprende a caminar.

RELATOS BREVES
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Mariano Valverde Ruiz ©


      

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