El viento, penetrando
a través del tejido del dosel,
acaricia con mimo tus sentidos,
deja marcas perdidas en tu piel
como lo hacían los grumos de arena
en la playa. Florecen las magnolias
del aire en tu pecho.
Es una brisa dulce y vegetal
que humedece tus labios
y deja tu sonrisa decorada
con el perfume limpio de las olas.
La costumbre de amarte
cada uno a su manera.
(El deseo o la luz. Ed. Universidad de Murcia)
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Mariano Valverde Ruiz (c)
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