EL
ORDEN ESTABLECIDO
Dentro
del caos que rige en el bosque
hay
un orden que mantiene en vilo
a
todas las especies que lo habitan
para
que todo siga siendo
una
pequeña anécdota del cosmos.
Su
mecánica gris se manifiesta
en
la superficie de las cosas
y
en su más profundo hueco.
Es
una ley ancestral
que
condiciona la existencia,
que
reprime los actos,
que
cesura los hechos
que
van contra ese orden.
Aunque
hay quien se rebela
contra
su vil destino,
casi
siempre se impone
ese
orden primordial
y
deja sin efecto
las
pretensiones de los más osados.
Es
una ley implacable
para
los que se nutren de la vida
con
gran dificultad,
o
para quienes se acomodan
en
las cosas mundanas
y
no buscan la luz de lo inefable.
Y
también es un orden que libera
de
la responsabilidad
de
alzar la voz
con
matices poéticos
para
hablar del perfume de las rosas,
de
las contradicciones de los hombres,
de
la metafísica del cosmos
o
de que otro mundo es posible.
Lo
queramos o no,
hay
un orden que sostiene el caos
impuesto
por los dioses
a
los seres del bosque,
un
orden establecido
por
una ley no escrita
y
que se acepta de antemano
para
seguir viviendo
sin
hallar las costuras
que
unen el alma de los hombres
a
la luz del poema.
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