EL
ESPACIO IGNOTO
Junto
a una cabaña hecha de troncos
con
grabados antiguos,
hay
un hombre con los ojos empapados
por
la humedad del aire.
Tiene
su mente llena de incógnitas
y
de múltiples conjeturas
sobre
la vida eterna.
Mantiene
entre sus manos
un
cuenco de cerámica
con
una vela dentro
sobre
la que danza una llama
con
la música del silencio.
Alza
el cuenco hacia el cosmos
buscando
el origen del infinito
y
deja que la llama vuele
hacia
el espacio ignoto
como
paloma etérea
que
desea alcanzar
el
lugar donde habita el poder absoluto.
En
ese lugar al que viaja
todo
su misticismo,
reside
la conciencia de sus actos
y
la oportunidad de ser eterno
para
expiar sus culpas
o
disfrutar del paraíso.
Pero
ese espacio ignoto,
del
que nace la luz
y
se alimenta la esperanza,
no
tiene forma,
ni
límites
ni
existe más allá de su mirada
como
un consuelo imaginario
para
sus infaustas zozobras.
El
único espacio de su existencia
está
más cerca de lo que concibe
su
mente de ave viajera
en
busca del maná desconocido,
se
encuentra aletargado en su interior,
esperando
a ser descubierto
por
su propia alma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario