LA
METÁFORA DE LA VIDA
Somos
agua que fluye hacia un destino cierto.
Pertenecemos
al río
que
forman las moléculas
de
cuanto es materia,
al
agua de nuestras ficciones,
a
las ondas que traza el azar del camino.
Cada
día es afluente en nuestro curso
que
nos hace ser más agua cansada
y
nos acerca al mar.
Nos
vamos convirtiendo en flujos resignados
que
siguen las corrientes más propicias.
Entonces
recordamos las sonrisas
que
erizaron el agua,
corrientes
de ternura en momentos difíciles,
los
apoyos que fueron esenciales
para
evitar las piedras en el lecho del río,
y
tal vez olvidemos la erosión que causamos
con
nuestro obtuso fluir.
Nos
lo han dicho los poetas:
nuestra
vida es un río
que
fluye sin remansos
hacia
el mar de la muerte.
Así
es, aunque alberguemos la esperanza
de
que el Sol de la vida
transforme
nuestra agua,
ya
libre de sal y de herrumbre,
en
una nube eterna.
(OTRA REALIDAD)
Todos los derechos reservados
Mariano Valverde Ruiz (c)
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