CANCIÓN
ANTIGUA
La
noche era una brisa de albahaca
que
caminaba tras sus pasos
con
la historia perdida de Tartessos.
Ella
buscaba el brillo de unos ojos
que
habían deslumbrado
su
instinto primigenio.
Su
sombra era portal de los enigmas,
una
luna cubierta por dunas plateadas
iluminaba
sus cabellos
y
toda la ansiedad de su pasión.
Su
bondadosa luz permitía a los grillos
idear
las traiciones al silencio
con
que saboteaban al verano:
componían
un coro de estridularios retos
a
la mística melancólica
que
decoraba el aire
y
las espigas verdes del misterio.
Su
interior deseaba encontrar el enigma
que
alteró el equilibrio de su pulso.
Un
clavel de jazmín señaló su destino
detrás
de la vaguada. No quiso ni mirar
en
el talud de la hierba
para
no deshacer la magia
de
aquel instante único.
Al
otro lado del jazmín,
los
ojos codiciosos del amor
aguardaban
su cuerpo
para
tejer el aire con caricias,
silenciar
a los grillos,
construir
el universo y ponerle su nombre.
(OTRA REALIDAD)
Todos los derechos reservados
Mariano Valverde Ruiz (c)
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