LOS
ECOS DEL PLANETA
Los
sonidos del mundo tienen su eco
en
la buhardilla donde escribo.
Llegan,
como tañidos de campanas lejanas,
el
rumor de las olas o el silbido del viento.
A
veces traen matices del Muro de Pink
Floyd,
los
acordes sinfónicos de Mahler
o
los alegres trinos de un jilguero.
Pero
son, casi siempre, los ecos de los días
que
quedan tras la norma de la supervivencia
y
el monótono tránsito del tiempo.
Hay
sonidos que traen mal augurio,
palabras
venenosas que inundan de saliva
los
que adoran becerros de metal
y
esperan tras la esquina para poder tentarte
con
la mitad del cielo.
Escucho
con tristeza sus discursos,
el
necio sortilegio del vacío,
e
imagino otra realidad
en
la que no exista el engaño.
Otras
veces, los ecos de la calle
relatan
aventuras de noches en los pubs,
encuentros
que poseen el color
de
un neón alquimista,
cambian
la luz efímera del deseo
por
el oro que más nos recompensa.
Y
así hasta cualquier sonido inesperado.
Cuando
escribo, los ecos del planeta
reverberan
en las palabras.
Todo
lo que rodea mis sentidos
forma
parte de mí y ahora es vuestro.
(OTRA REALIDAD)
Todos los derechos reservados
Mariano Valverde Ruiz (c)
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