LA
CIGÜEÑA
Fue
durante una cálida mañana
cuando
la primavera cambió el rumbo
de
todas las certezas que entonces conocía.
Recorrí
los senderos que unían al colegio
con
la vieja silueta de mi casa
jugando
a ser presencia de algo nuevo.
El
paisaje tenía contornos enfrentados,
el
aire era distinto, la hierba, inconmensurable.
La
tierra estaba henchida de perfumes,
preñada
de existencia.
El
maestro me había descifrado el misterio
de
la reproducción humana:
los
niños procedían del amor,
de
la unión corporal de un hombre y una mujer.
No
los traía la cigüeña,
aquella
misteriosa ave que nunca había visto.
Cuando
dije a mis padres las palabras del maestro,
tuve
al silencio oyendo. Y después
estuve
preguntándome qué era eso del amor.
Nunca
les había visto cogidos de la mano,
ni
vi besos, ni muestras de cariño.
Me
consolé creyendo
que
quizás existiese la cigüeña.
(La intimidad del pardillo)
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Mariano Valverde Ruiz (C)
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