VELO DE NOVIA EN
MALDIVAS
Sara pasea por la playa
de Vaadhoo, una de las maravillosas arenas de las islas Maldivas. La noche es
pura delicia para los sentidos de una mujer sensible. Levanta los ojos y
observa que la cúpula del cielo está profusamente estrellada. Sin embargo, las
estrellas que se ven sobre la fina capa de agua que acaricia las arenas no
tienen correspondencia con las que brillan en el cielo. En la tierra son otra
clase de estrellas las que juegan con la imaginación de una escritora como la
que ahora detiene sus pasos y reposa sobre la arena. Hace tiempo que no
encuentra la inspiración necesaria para escribir un cuento romántico.
Mira el mar buscando
algo que vaya más allá de la realidad. Deja que sus ojos se mezan con las olas
y con las luces que emanan del relieve ondulado del océano. Ella sabe que la
bioluminiscencia en el agua es debida al fitoplancton, pero imagina que también
podría tratarse del velo de novia de un hada enamorada del cielo. Coge un
puñado de arena y lo lanza al aire. Ve cómo cae la arena húmeda al suelo sin
otra opción posible. Sara tiene la
certeza de que lo más importante en un cuento es lo que sucede en realidad y no
a quién sucede lo que se cuenta. Y se pregunta si la sensación de abatimiento que
recorre su cuerpo realmente la está sintiendo ella, o es una apreciación del
hada enamorada que le hubiese gustado ser.
Se levanta de nuevo y camina
lentamente sobre el suave relieve de la arena. Su cuerpo se mueve con
delicadeza, y con ella, sin que lo perciba, lo hace el otro cosmos que la
acompaña: el cielo iluminado en el agua. No tiene palabras para explicar lo que
siente, y tampoco quiere, le basta con sentir, muy dentro de ella, algo que
ninguna otra mujer compartiría con las demás. Tras un instante de vacilación, su
imaginación le sugiere el encuentro entre el hada y el cielo.
La dulzura que intuye no
es real. Lo sabe. Pero piensa que podría describir las sensaciones de la novia
en un texto. Lo haría con menos de quinientas palabras y sus lectores
disfrutarían de un microcuento. O podría plasmar la experiencia vivida por los
dos amantes en un texto que llegase a las dos mil palabras para que pudiese
entrar en el canon de un cuento breve. Y tal vez, ser más osada y llevar la
narración hasta un límite máximo de treinta mil palabras, para poder presumir
de un cuento extenso con un final muy emotivo… Está soñando de nuevo con la fantasía y por un
instante ha olvidado su realidad. Se detiene y respira con cierta
resignación.
Tras unos segundos en
que el cosmos parece darse la mano con las aguas del mar, retoma su primera
intención. Tiene que dejarse llevar por su mente. Mira de nuevo hacia el agua. Lo
que ve podría describirlo como el traje de novia olvidado por el hada enamorada
un momento antes de entregarse a su amante: el cielo. Su cuento podría comenzar
así. Quizá pudiera narrar una descripción de los hechos que sucedan entre el
cielo y el hada y que formasen parte de un argumento conmovedor en que el amor
triunfase a pesar de la adversidad. Pero ¿cómo conservar la intensidad y la
tensión del relato? Levanta los ojos hacia el frente y ve que en el horizonte,
la oscuridad amenaza con ser testigo de la boda que imagina, para después llevarse
a la novia hasta las profundidades del olvido. Y se entristece.
No quiere ni pensarlo. El
final no puede ser tan dramático. Ha debido tenerlo claro antes de lanzarse a
contar su cuento. Debe comenzar de nuevo, darse otra oportunidad. Y sin
embargo, la marea de la melancolía la ha atrapado en su largo paseo. Ya no
tiene escapatoria. Pronto será una parte más de ese velo de novia que se
deshilacha entre las fauces de la negra bruja que desde que rompió con la única
persona que la podía comprender, alzó su vuelo desde el horizonte, para
alcanzarla en cualquier rincón del planeta. Sigue huyendo del error que marcó
su felicidad. Ella nunca vestirá su cuerpo con el velo de novia que el cielo le
ofreció en las primeras frases de su cuento. Y lo sabe. Pero aún puede hacer
que el hada de su historia viva las mismas sensaciones que su corazón hubiese
sentido junto a los brazos del cielo, igual que si se tratase de su propia
experiencia junto al que pudo ser el amor de su vida.
RELATOS BREVES
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Mariano Valverde Ruiz ©
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