PAISAJE
AL ALBA
Los
colores bermejos
de
un pudor levantino
más
rojo que la piel de la granada,
decoran
el rostro del cielo.
Bajo
las faldas de la sierra,
el
valle del Guadalentín
duerme
sobre un remanso de aire
entre
ondulados páramos
con
el aroma de la sementera
rizando
las gramíneas.
La
luz se despereza de su sueño nocturno
para
ofrecer el ritmo a los humanos.
Cantan
los gallos.
Ladran
los perros.
Una
culebra traza su rastro cauteloso
muy
cerca de la cuna de los grillos.
El
silencio comprende su condena
porque
bajo las tapias de los montes
comienzan
a escucharse
los
primeros murmullos de la vida.
Entre
los goznes de una puerta,
resuenan
las bisagras
con
quejidos de óxido ya viejo,
y
ronca la madera con sueños de carcoma.
Los
ojos de un niño pequeño,
se
asoman al primer universo que viven
para
quedarse absortos
con
un instante
de
la belleza pura.
Dentro
del niño late
el
rumor de la sangre agradecida
que
hoy es la tinta del poema
con
la que va escribiendo
el
elogio a su tierra.
Entre
los circuitos del ordenador,
una
nueva alba
ya
conspira contra la sombra
en
las ondas eléctricas
de
una nube de arena.
(La intimidad del pardillo)
Todos los derechos reservados
Mariano Valverde Ruiz (c)
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