Hoy
recuerdo el olor a cereal
como
el aroma primigenio
que
alimentó de dicha mis sentidos.
Lo
intento completar
con
la grata presencia de recuerdos
que
el capricho del tiempo recupera
con
trasfondo de sueños y costumbre:
los
caminos de hormigas, la madera del trillo,
el
pajar y la pala de aventar
el
grano que peinaba el aire.
También
los destellos de la suerte
que
a veces permitían descubrir caracoles
puliendo
con sus brillos los rastrojos.
Las
vivencias esplenden pulpa de oro
sobre
la abyecta forma de la infancia,
son
nuestra fortaleza,
el
lugar al que regresamos
cuando
se nos escapa la angustia
por
las negras rejillas
de
las cloacas del mundo.
(La intimidad del pardillo)
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Mariano Valverde Ruiz (c)
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