Sobre
un papel esbozo algunas pinceladas
con
el color esquivo de la sangre.
Intento
dibujar las facciones del hombre
que
habita este poema. Tiene el rostro
que
un iluso dejaría sobre un soporte blanco.
Es
un hijo casual de la pobreza.
víctima
del dolor,
carne
de la miseria,
pero
es alguien que quiere convertir
todo
lo negativo en la belleza
de
un misterio inasible.
Su
figura parece el bosquejo de un árbol
perdido
entre los grises
del
color que cubrió la Península Ibérica
durante
cuarenta años.
Es
una nueva rama, brote verde
de
un tronco ya caído,
un
ser hecho a sí mismo,
un
silbo permanente,
un
pobre soñador preso por la tragedia
que
marcó su carácter.
Y
también es un trazo coherente
que
refleja su vida en el papel
antes
de ser más tierra,
más
humo, más ceniza:
la
certeza rotunda de la nada.
(La intimidad del pardillo)
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Mariano Valverde Ruiz (c)
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