TRES
MONOLITOS
Marzo
regala un sol primaveral
a
las plantas del parque
que
se abre al cielo
cerca
de los jardines
donde
tres monolitos
marcan
la luz del horizonte
con
sus sombras enhiestas.
Junto
a las tres señales
que
proyectan las rocas en el suelo
con
las siluetas de sus formas,
un
hombre se pregunta
cómo
solucionar
los
errores de apreciación
que
pueda cometer
al
compartir su vida
sin
abrir en canal el corazón
y
abandonarlo a la intemperie.
Mira
al pasado
y
recuerda lo que leyó
en
las páginas de la existencia
que
dejaron los maestros
del
pensamiento y la enseñanza.
Lo
suyo también ha de ser de todos
para
que quien quiera aprender
de
la autenticidad y del esfuerzo,
pueda
intentarlo.
Sus
poemas tienen la cara
de
los que escuchan
el
Réquiem de Mozart
y
les tiembla el corazón,
de
los que tienen un sueño
con
el que ganarse las nubes
que
den sombra a su alma,
de
los que buscan la verdad
sin
miedo al escarnio.
Por
eso escribe lo que siente.
Y
después de que sus palabras
dejen
extendidas sobre el papel
las
señales de su camino,
tal
vez, algún día,
las
sombras de los monolitos
de
este parque
digan
a los humildes
que
toda eternidad
equivale
a la vida
de
un hombre bueno.
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Mariano Valverde Ruiz (c)
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