DIAPOSITIVA
La
noticia del paso de los novios
tras
su boda en la ermita de Altobordo
por
la senda de lona moteada
que
unía los extremos de mi campo,
era
esperada siempre por la infancia
que
perdí en el crepúsculo de los años sesenta.
Yo
subía el camino pedregoso
que
iba desde mi casa hasta la arena del asfalto
con
una caña y un trapo de color.
Después
de colocar mi señal y bandera
al
filo de la grava
esperaba
durante largas horas
el
sonido metálico del vehículo.
Cuando
se aproximaba el coche
con
las ventanillas abiertas
se
cruzaban igual que diamantes de oro
las
blancas claridades de los recién casados
y
la sonrisa etérea de mi felicidad.
Sus
manos arrojaban dulces y golosinas
envueltas
en papeles de sedas arcoíris,
caían
como pájaros de crema
exóticos
regalos y bizcochos de miel.
Aquel
vuelo de luces prodigiosas
poseía
los brillos de las constelaciones
que
cada noche eran metáforas de sueños
aprendiendo
a vivir
sobre
la opacidad de mi pobreza.
(La intimidad del pardillo)
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Mariano Valverde Ruiz (c)
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