Eres toda palabra que pronuncia
mi boca, agua hirviendo entre mis labios
que hurga dentro, amor, deseo, lengua.
Te amo prendido a ti, siendo más hombre,
hablando con los ojos, sin palabras,
en este nido, bajo un mar de abrazos
donde todos los besos son clamor
de vida y difuminan las imágenes
de todo cuanto queda ya vivido.
Te derramas y viertes en mis carnes
la fuerza de pasiones sólo nuestras,
rasgas la veladura del silencio,
enervas toda luz con tu figura:
adagio de la música del alma
que describe la curva del placer.
Cuando llueve, la lluvia es liturgia
sobre tu vientre y luego se evapora,
es mar que vuelve al mar siendo tu nombre,
la paloma salada que me nutre.
Eros tiene contigo un templo único
para guardar el germen del deseo.
Tú, toda la belleza conocida.
Junto a ti quiero ser infinitivo:
amar, amor, amar, tan sólo amar.
(El deseo o la luz. Ed. Universidad de Murcia)
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Mariano Valverde Ruiz (c)
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