REMINISCENCIAS
Los
recuerdos siguen el dictado del capricho y las leyes del azar. Cuando la
memoria se convierte en el centro de la noche, los recuerdos juegan entre las
tinieblas del olvido. Es necesario poner en orden la mente para que el silencio
consiga que aflore la calma y busque su presencia entre las imágenes. Y,
entonces, como en un milagro del tiempo y la sustancia, lo que fue toma forma.
Hay rosas sin espinas que tocan la piel. Hay sueños que no son árboles desnudos
en el invierno de la memoria. Hay desafíos a la realidad que ganaron la batalla
al destino. Tanto lo que fue parte de la belleza como aquello que el corazón
teme recordar, se convierten en reminiscencias. Vuelven aquellas presencias
lejanas que el tiempo no transformó en la nada absoluta. Lo hacen para buscar
su lugar cerca de los sentimientos.