sábado, 19 de julio de 2025

TAREA

 


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Recuerdo que una vez imaginé cómo sería el mar y lo vi como algo sin fronteras. Era muy pequeño y mi imaginación no daba para mucho. Vivía en un entorno rural lleno de limitaciones y de ausencias. De vez en cuando, un hombre con una moto traía pescado para vender a domicilio. Entonces supe que aquellos pequeños peces venían del mar. Años después, volví a imaginar cómo sería el mar. Lo hice mientras leía un poema en una enciclopedia que había en el colegio de Las Norias. Era el único libro que teníamos además de las palabras del maestro: nuestros ojos al mundo. Imaginé cómo sería ese espacio inmenso y azul, esa dimensión donde todo pone horizontes a la vista; imaginé cómo sería sentarse al borde de sus orillas, cómo sería respirar el aire que circulara por la playa…  ¡Tantas cosas! Pero nunca le puse el brillo de la sal a su espuma ni el poder curativo del universo al azul profundo de su complicidad. Eso era tarea de un poeta y yo, aún, no sabía qué significaba esa palabra.

Mariano Valverde Ruiz (c)

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