LA IDENTIDAD DE UN
POETA
Un instante puede
ser el reflejo de la eternidad. La tarea de alguien que escribe es atrapar la
dimensión de un instante cualquiera. La vida no perdona y los momentos pasan,
se transforman, adquieren otra dimensión y otras características muy diferentes
a las que tuvieron durante un instante ya pasado. La identidad de un poeta no
solo se aprecia en su vida, también en la capacidad de atrapar esos instantes
como gotas de oro, como minerales raros o nubes de brillantina con cualidades volátiles.
La identidad de un poeta ha de verse no solo en lo que escribe, sino, también
en la memoria de los que le han leído. Hay tantos poetas que no han sido leídos
por quienes aman la belleza como instantes perdidos en el olvido de las
generaciones actuales, de las pasadas y de las venideras. Tal vez esa sea la
verdadera identidad del poeta: algo inexplicable y etéreo que llamamos olvido e
intrascendencia.
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